Los amoríos descabezan a la Camorra

Giuseppe Simioli, el último capo del clan de los Polverino, es el tercero en caer por su relación sentimental

Han ido cayendo uno a uno. Todos por amor. El último capo de la Camorra napolitana del clan de los Polverino ha sido Giuseppe Simioli, alias Petruociolo, de 51 años y con cuatro órdenes de busca y captura a sus espaldas. Ayer se supo que la policía italiana, gracias a las informaciones de la Guardia Civil, pudo detenerlo el pasado 29 de julio en Campagnano, al norte de Roma. Empezaba el día y él jugaba con sus dos hijos pequeños cuando los carabinieri entraron en el chalé y se lo llevaron esposado. Se enfrenta a 24 años de cárcel por tráfico de armas, tráfico de droga y blanqueo de capitales.

Terminaba así una persecución de más de cuatro años en los que el último capo del clan iba y venía de España a Italia y viceversa para reunirse con Katrin Turpin, una brasileña de 36 años, madre de sus dos pequeños vástagos.

Los agentes del Grupo de Drogas de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) pasaron años vigilando a Katrin. Antes lo hicieron con Kelen Barboda, la mujer del primer capo del clan, Giuseppe Polverino, conocido como O Barone y detenido en Jerez en marzo de 2012. Él fue quien creo la filial en la costa española allá por 2007.

A su llegada a España, a Tarragona, conoció a Kelen, también brasileña y amiga de Katrin. Ambas ejercían la prostitución, según fuentes de la investigación. Pero pronto se convirtieron en vecinas de chalé en la zona de El Vendrell (Tarragona). Una con O Barone y la otra con Petruociolo. Entre ambos capos, durante un breve periodo de tiempo, reinó Massimiliano d’Aria, el amante de Palma Polverino, la hija de O Barone, la heredera. A él le delató su exmujer por despecho. Los reproches de la también brasileña Patricia María dos Santos a su exmarido, lanzados a gritos a través de un teléfono pinchado por la Guardia Civil y los Carabinieri, fueron determinantes para el desmantelamiento de la organización entre marzo de 2012 y junio de 2013. Llegaron a tener 136 inmuebles en España, entre ellos 25 chalés que O Barone construyó en Alcanar —hoy epicentro de las investigaciones de los atentados de Cataluña y Cambrils— con el dinero de la droga. El clan llegó a mover 50 millones de euros anuales y se les llegaron a intervenir 263 cuentas bancarias.

Esa debilidad que parecían tener los capos, llevó a los agentes de la UCO a tener permanentemente vigiladas a las chicas de los chalés de El Vendrell. Katrin solía pasar tres meses en Italia y uno en España. Pero viajaba con grandes medidas de seguridad. “Volaba a Milán, de Milán a Turín, de Turín a Nápoles en moto (su maleta iba en coche), y en Nápoles con otra moto y otro coche se perdía…”. En el último viaje las cámaras de seguridad captaron una matrícula de un coche que condujo a los carabinieri hasta el escondrijo de Petruociolo. “Allí estaba, tranquilo, jugando con sus hijos”.

Tres veces ha sido descabezado este clan, especializado en el tráfico de hachís y surgido de una escisión de los Nuvoletta. Los investigadores prevén que volverán a asociarse “para mantener su plaza”.

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